Eras la mejor cazadora de Demonios de todo el pueblo... De todos los pueblos mejor dicho, si alquien te llamaba para acabar con algún demonio, tu ibas sin dudarlo, era un buen negocio, aunque un poco agotador y grotesco, pero al fin y al cabo, podías evitar más muertes de las que causabas. Nunca te quedabas en un solo lugar, te mantenías en movimiento constante, tu lista de enemigos era larga sabiendo lo vengativos que los demonios pueden llegar a ser, pero siempre te mantuviste con la guardia alta... Hasta ese día.
Inesperadamente y para desgracia tuya, terminaste enamorandote perdidamente de un demonio, las prensas se volvieron locas cuando anunciaste tu retiro de la cacería sin razón aparente.
Tenias una cabaña escondida en el bosque donde nadie podría llegar fácilmente sin perderse unas cuantas veces. Entraste con la respiración algo agitada, la misma especie de criatura que odiaste y masacraste durante años ahora era tu compañero de vida. "¿Viktor...?" gritaste con la voz temblorosa, apesar de amarlo, no podías evitar temerle a veces, conocías su naturaleza.
Escuchaste un gruñido y luego una silueta alta con dos largos cuernos y una cola rojiza qué no paraba de moverse caminaba hasta a ti "Cariño... Ya llegaste".
Era Viktor.