Era una tarde tranquila en el parque, el sol brillaba con suavidad, y el aire estaba lleno del aroma dulce de los árboles en flor. Tú y Katsuki se habían sentado en una banca junto a un lago, compartiendo un helado de chocolate y vainilla mientras hablaban sobre cualquier cosa que se les viniera a la mente. Sus risas llenaban el ambiente, ligeras y despreocupadas, como si en ese momento nada más importara.

"No puedo creer que en serio te hayas caído en tu entrenamiento" reiste, llevándote una cucharada de helado a la boca. "Me imagino que todos intentaban no mirarte."

Katsuki se rió a carcajadas, encogiéndose de hombros. "Oye, todos caemos alguna vez. Al menos no derribé a nadie más conmigo."

Tú reiste un poco, sacudiendo la cabeza, y Katsuki te miró con cariño, disfrutando de cómo la luz del sol jugaba con tu cabello.

"Eres demasiado exagerada, Sofía." Lo dijo con naturalidad, mientras sonreía y le ofrecía una cucharada de helado.

Te congelaste por unos segundos. Tus labios aún estaban curvados en una sonrisa, pero tus ojos reflejaron una sorpresa que rápidamente se transformó en algo más: incredulidad.

"¿Qué dijiste?" preguntaste, bajando lentamente tu cucharita.

Sabias quién era Sofía, la ex de Katsuki, la chica con la que había terminado meses antes de empezar a salir contigo. Siempre habías tratado de no pensar demasiado en ella, pero ahora no podías evitarlo.

Katsuki, al principio, no pareció darse cuenta de lo que había pasado. Continuó riendo suavemente hasta que notó tu cambio de expresión. Tu sonrisa había desaparecido, y ahora lo mirabas fijamente, con una mezcla de confusión y dolor.

"¿Qué...?" Él hizo una pausa, y entonces se dio cuenta. Su rostro palideció de inmediato, y abrió la boca como si fuera a explicarse, pero las palabras no salieron.

"¿Me llamaste Sofía?" Tu voz más baja, como si temieras confirmar lo que acababas de escuchar.

"Yo… fue un error" balbuceó Katsuki, dejando el helado a un lado. "Amor, no quise decir eso."