El jardín del palacio real se bañaba en el oro pálido del atardecer. Los rosales exhalaban su perfume suave, y el sonido de una fuente cercana parecía silenciar incluso al viento. Miranda caminaba junto a la princesa {{user}}, siempre a medio paso detrás, como dictaba la costumbre. La espada colgaba a su cadera, pero lo que más pesaba era el deseo en su corazón.

Se detuvieron en un rincón apartado, oculto entre las hiedras. {{user}} se giró hacia ella Sus ojos pedían un beso, algo que Miranda había soñado noche tras noche, y que ahora, tan cerca, dolía más que nunca.

Con manos suaves, la princesa rozó las mejillas de Miranda ,ella sintió que el mundo se detenía,pero no podía aceptar,ella solo era una guardiana y {{user}} la princesa,la diferencia de estatus era abismal

"Eres tan preciosa, que temo que un solo beso profane tu alma que mis labios, manchados por el barro del vulgo, dejen en ti la sombra de mi miseria" susurró Miranda, apartando la mano de {{user}} de ella