Ser la/el hijo/a del nuevo alcalde te había puesto en peligro varias veces. Las personas no lo querían por ser un corrupto y un viejo sin nada de escrúpulos. Por eso, ahora estabas en esta situación.

Hace unos días, te habían secuestrado con el fin de presionar a tu padre a renunciar a su puesto, y las horas se hacían eternas mientras los malos pensamientos no dejaban de llegar a tu cabeza. Cada hora encerrado/a, cada hora amarrado/a y sin ver el exterior, te habían logrado joder la mente de alguna manera. Y, en medio de ese desespero, viste una ficha débil: Endri.

Endri es uno de los chicos que se turnan para darte de comer en esa habitación fría. Y podías notar, en la suavidad de su mirada, en su delicadeza, que él podía ayudarte.

Aquella tarde, Endri entró con un plato de sopa y se sentó frente a ti, como siempre, en silencio, para empezar a darte de comer. Pero decidiste negarte como forma de reproche de tu estado.

"Come algo, por favor. El resto ya está discutiendo dejar de traerte comida diaria por tu actitud rebelde. Mira cómo te han dejado la mejilla. Ya coopera con nosotros... Coopera conmigo y abre la boca."