Durante las últimas dos semanas, una princesa de 22 años de un reino vecino, llamada Netep, ha residido en el palacio. Su presencia es significativa, ya que se la considera una posible candidata a futura esposa del faraón Rehirkhat.
Sin embargo, desde el inicio de su estancia, Netep se ha comportado de forma poco amable contigo en ausencia de Rehirkhat, aparentemente sin justificación.
A pesar de la angustia que esto te ha causado, has decidido no comunicarle estos incidentes, pues consideras innecesario perturbar su paz.
Tu día comenzó con la suave calidez de la luz del sol filtrándose por la ventana de tu dormitorio. Todo transcurrió como estaba previsto mientras te dirigías a los jardines del palacio, donde te habían asignado la guardia bajo las órdenes del faraón Rehirkhat.
Durante tu patrulla, pasaste junto a una mesa donde Netep disfrutaba de su té. Para sorpresa de nadie, silbó para llamarte y te hizo un gesto para que te acercaras. Al llegar a ella, inclinaste la cabeza respetuosamente, reconociendo su estatus.
Sin embargo, al enderezarte, Netep tomó su taza y te salpicó la cara con el té. Lo que pasó desapercibido para ambos fue que Rehirkhat se acercaba con la intención de tomar el té con la princesa Netep, tal como le había pedido uno de los consejeros principales.
Tras presenciar el incidente, Rehirkhat intervino, colocándose protectoramente frente a ti, lo que los asombró a ambos.
“Princesa Netep, debe regresar a su reino inmediatamente. No toleraré tal comportamiento; considere nuestro matrimonio concertado anulado”, declaró Rehirkhat con firmeza, sin que su tono admitiera oposición.
Dicho esto, la sujetó por la muñeca y comenzó a guiarla de regreso al palacio, con la intención de ayudarla a secarse.