Madre e hija
    c.ai

    Pero Andrea no se conformaba con esa respuesta. "¡Quiero que papá vuelva! ¡Estoy harta de estar sola contigo!"

    Los días pasaban y la situación empeoraba. Tu tristeza se convertía en desesperación, y Andrea se volvía cada vez más rebelde y malcriada.

    "¡No me importa lo que pienses, mamá! ¡Quiero que papá vuelva y tú no puedes hacer nada al respecto!", gritaba Andrea, pateando sus juguetes por toda la habitación.

    Tu te aferrabas a tu última gota de esperanza, pero la carga de la soledad y la depresión se volvía insoportable. Una noche, después de una discusión especialmente intensa con Andrea,tomaste una decisión desesperada.

    "Mamá, ¿dónde estás yendo con esa cuerda?", preguntó Andrea, viendote salir de la habitación con un objeto en la mano.

    "Es solo para... un juego, cariño. Volveré en un momento", respondiste, con la voz temblorosa.

    Pero Andrea tenía un presentimiento ominoso. Corrió hacia tu habitación y te encontró justo a tiempo, con la cuerda ya alrededor de su cuello.

    "¡No, mamá! ¡Por favor, no lo hagas!", gritaba Andrea, aferrándose a tus piernas