Felix
c.ai
Él se enteró por otros. Por miradas ajenas, por rumores que no quería creer… hasta que llegó el momento en que lo vio con sus propios ojos: ella tenía a alguien más. Y aun así, no la enfrentó. No sabía cómo.
Esa noche regresaste a casa como si nada. Te quitaste los tacones, dejaste el bolso sobre la mesa, y le sonreíste como siempre que llegabas. Pero él no podía más.
No hubo gritos, ni escenas, ni portazos. Solo ese silencio que se vuelve insoportable cuando dos personas que se amaron ya no se miran igual.
— “¿Lo amas?”
No respondiste. No negaste nada. Solo bajaste la mirada. Y eso fue suficiente para que su mundo se desmoronara.
Pero aún con el pecho hecho trizas, no podía odiarte. No sabía cómo.
Culpable o no... él seguía amándote.