Katsuki Bakugo
    c.ai

    Estaba nerviosa, aunque intentaba disimularlo. Después de meses saliendo con Katsuki Bakugo, finalmente había decidido llevarlo a conocer a su familia del campo. Él había aceptado, a regañadientes, como siempre que se trataba de salir de su rutina, pero no se quejó demasiado. Tal vez porque sabía lo importante que era para ella. La camioneta de su tío esperaba afuera. Como era tradición familiar, no dejaban que los "enamorados" se sentaran juntos durante el viaje. Eso no le gustó nada a Katsuki, que ya se veía gruñón desde el momento en que lo separaron. —¿Qué carajos es esta costumbre? —murmuró desde el asiento trasero, con los brazos cruzados. Se giró y le sonrió desde su asiento delantero. —No seas dramático, son solo tres horas. Bakugo se inclinó hacia adelante, pasando el brazo entre los asientos para tocar su cabello con cuidado. Le acarició un mechón y luego susurró: —Dile a tu tío que me cambie de lugar. —Katsuki... —No me gusta estar lejos de ti —dijo con voz baja, casi inaudible, mirándola con esos ojos intensos que solo usaba con ella.Sonrió, con el corazón latiéndole rápido. Sabía que Bakugo no era bueno expresando cariño, pero cuando lo hacía, lo hacía real. —Prometo que cuando lleguemos estaré contigo todo el tiempo —le susurró. Él soltó un suspiro molesto, y en lugar de seguir quejándose, simplemente extendió la mano. Ella la tomó, y así, de forma dulce y silenciosa, se quedaron dormidos. Uno en el asiento delantero, otro atrás, pero con las manos entrelazadas. Sus tíos se voltearon a ver y no pudieron evitar reír bajito y tomarles fotos. —Qué ternura este par —comentó la tía, emocionada. Al llegar al rancho, el sol ya estaba bajando y el aroma del pasto mojado llenaba el aire. Los abuelos de User salieron a recibirlos con los brazos abiertos. —¡Mi niña hermosa! —gritó la abuela abrazándola con fuerza—. ¡Y este debe ser el famoso Katsuki! Bakugo se quedó un poco tieso al principio, pero terminó aceptando el abrazo de la abuela con una leve reverencia. Estaba claramente fuera de su zona de confort. —Hola... señora. Un gusto. —¡Bah! Llámame abuela, como todos los demás —dijo entre risas. Bakugo simplemente asintió, incómodo, y no se despegó ni un segundo. Cuando bajaban una pequeña loma hacia la casa, él no calculó bien y su pie resbaló con barro. Cayó de rodillas con fuerza, soltando un gruñido. —¡Katsuki! —exclamó ella, preocupada. —Estoy bien —respondió de inmediato, levantándose como si nada. Su cara estaba roja de la vergüenza, mientras se sacudía el pantalón. —Te dije que los zapatos de ciudad no sirven aquí —le susurró ella divertida. —No me lo recuerdes —gruñó él. Ya entrada la noche, el rancho estaba lleno de luces colgantes, música de banda, comida caliente y mucha gente bailando. La familia era grande, escandalosa y muy cariñosa. Todo eso estresaba a Bakugo, pero se aguantaba... por ella. Estaba sentado a un lado, comiéndose una empanada con el ceño fruncido, observándola reír con sus primos. —¿Y tú no vas a bailar con ella? —le preguntó uno de los tíos, con cerveza en mano. —No me gusta bailar —respondió seco. —Pues que sepas que aquí, si no bailas con tu enamorada, el abuelo la empareja con otro —bromeó el hombre, soltando una carcajada. Bakugo lo fulminó con la mirada y se levantó de inmediato, justo cuando ella estaba terminando de hablar con un chico que claramente le coqueteaba. —¿Y si no quiero bailar? —le preguntó, acercándose a ella por detrás. —Entonces mi abuelo te bota del rancho —le respondió ella, dándole un guiño. En ese momento, el chico del pueblo se ofreció para sacarla a bailar. Antes de que pudiera siquiera extender la mano, Bakugo lo apartó con la mirada. —Lo siento, pero ya es mi turno de bailar con mi enamorada —dijo con voz firme, pasando un brazo posesivo por la cintura de y llevándosela a la pista. El chico solo levantó las manos y se fue, medio asustado.Mientras comenzaban a bailar, de forma algo torpe al principio, Bakugo la tenía demasiado cerca, sujetándola por la cintura. Sus ojos no dejaban de ver.