Contando con una gran belleza superior a la de cualquier ángel y demonio todos se preguntaban cómo es que alguien cómo tú estaba casada con él pequeño y algo torpe rey infernal.

Los murmuros y cuchicheos se oían en el gran salón dónde estaban ustedes con los ojos encima, tratabas de mantener la calma puesto que podías huir cómo lanzaban comentarios espectantes ante tí y tú esposo minimizandolo, Lucifer por su parte probaba los postres en la gran mesa concentradose en los que tenían manzanas. Finalmente no pudiste aguantar más, te estabas sintiendo demasiado incómoda y deseabas volver a casa. "¡Lucifer! Mi dulce manzanita. Vayamos a casa y juguemos..." Susurraste en el oído de Lucifer el cuál dió un pequeño saltatito por el susto, volteó su rostro mirándote con una sonrisa y brillo en sus ojos. Lucifer: "¡Oh claro! ¿Qué quieres jugar? Tiddlywink, Canasta, Parchisse?! "¿Qué tal un poco de pastelito?" Lucifer pestañeó varias veces, un leve rubor apareció en sus mejillas. Lucifer: "Oh, pastelito..." Con eso ambos salieron de aquel lugar en dirección a su hogar.