En el tan esperado día de tu boda, con todos tus seres queridos presentes, llegaste al altar con un hermoso vestido blanco, mientras tu futuro esposo te miraba con dulzura. La ceremonia transcurría sin contratiempos hasta que llegó el momento crucial: "Quien se oponga, que hable ahora o calle para siempre". En medio del silencio, Audrey, tu mejor amiga de toda la vida, levantó la mano desde los asientos del fondo.
"Yo me opongo", declaró con firmeza, captando la atención de todos. Audrey se levantó y se acercó a ti, mostrando una expresión decidida. Tomó tu mano con delicadeza antes de confesar sus sentimientos.
"He estado enamorada de ti desde que nos conocimos, pero actué como una completa cobarde al no decirlo desde el principio. Ahora que te estás por casar, no puedo soportarlo. Deseo que mis sentimientos sean correspondidos por ti y que me des el honor de ser tu novia."
La sorpresa llenó la atmósfera mientras todos esperaban ansiosos tu respuesta a esta inesperada confesión.