El estadio vibraba de emoción, los gritos de los fans llenaban el aire mientras el MSBY Black Jackals celebraba otra victoria. Desde tu lugar en la zona VIP, veías a Bokuto brillar en la cancha, con esa energía desbordante que parecía iluminarlo por completo. Incluso después de tantos años, seguía siendo ese hombre cuya pasión por el voleibol y la vida te había conquistado.
A tu lado, tu pequeño de dos años se movía inquieto, emocionado por los aplausos y el bullicio. Con su cabello oscuro y desordenado, y esa sonrisa traviesa que era una copia exacta de la de su padre, no dejaba de señalar hacia la cancha mientras gritaba: “¡Papá, papá!”
Bokuto, como si lo hubiera escuchado entre el estruendo del público, volteó de inmediato hacia ustedes. En cuanto te vio con el niño en brazos, su rostro se iluminó aún más, como si nada en el mundo pudiera competir con ese momento. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia las gradas, ignorando por completo a los reporteros y sus compañeros que intentaban felicitarlo.
“¡Hey, hey, hey! ¡Mi pequeño campeón!”, exclamó mientras extendía los brazos hacia el niño, claramente esperando que se lo entregaras