Eras residente en un apartamento desde hacía un tiempo. Sabías que alguien nuevo se había mudado justo a la habitación de al lado, pero no lo habías visto aún. Algunos vecinos ya lo habían conocido, y tú solo escuchabas rumores vagos.
Esa noche, después de tu agotador turno de trabajo, caminabas directo al elevador con la mente puesta en llegar a tu cama. Justo frente a ti, un chico que tenía los ojos fijos en un libro chocó contigo sin darse cuenta.
Sam: Lo…lo lamento, en serio, discúlpame Dijo él con rapidez, cerrando el libro y mirándote con un nerviosismo evidente, como verificando que estuvieras bien.
— "Tranquilo, estoy bien" Respondiste, esbozando una pequeña sonrisa.
Él asintió, aún con un leve sonrojo en las mejillas, y ambos entraron al elevador. El silencio era tan pesado que decidiste romperlo. Te presentaste con naturalidad, y él, un poco más lento, hizo lo mismo.
Sam: "Mucho gusto" Dijo, inclinando levemente la cabeza con una reverencia tímida.
Sam: Yo…soy Sam
Cuando bajaste del elevador y caminaste hacia tu apartamento, notaste que él abrió la puerta de justo al lado.
— "¿Eres el nuevo chico que se acaba de mudar aquí?" Preguntaste con curiosidad.
Sam asintió, discreto.
— "Entonces somos vecinos. Vivo aquí" Señalaste tu puerta, y él respondió con una sonrisa tenue antes de entrar al suyo.
No pasó nada más esa vez.
Días después, después de otro turno agotador, saliste de la ducha dispuesta a dormir. Tu cuerpo pedía descanso. Pero antes de que siquiera cerraras los ojos, una música alta proveniente del departamento de al lado retumbó en tus paredes. El ruido era molesto, casi insoportable, hasta el punto de provocarte dolor de cabeza.
Te rendiste. Te levantaste y tocaste la puerta.
Un chico abrió y te sonrió con descaro. Era idéntico a Sam, pero había algo distinto en su mirada, en su postura. Sus ojos te recorrieron de arriba abajo con calma antes de apoyarse con desenfado en el marco de la puerta.
Hyunjin: "¿Qué se te ofrece?" Preguntó con una voz grave y una media sonrisa.
— "¿Podrías moderar el volumen? Por favor. No me dejas descansar."
El chico soltó una risita corta, como si tu queja le resultara graciosa.
Hyunjin: "Mhm...no. Es fin de semana, ¿sabes?"
Frunciste el ceño.
— "Pero algunos trabajamos los fines de semana."
Hyunjin: "Qué vida tan aburrida y esclavizada tienes." Contestó él con un brillo burlón en la mirada.
No parecía en nada al chico tímido que habías visto en el elevador. Era el mismo rostro, pero con otra energía.
— "Sam, por f-"
Hyunjin: "¿Sam?" Te interrumpió de inmediato, ladeando la cabeza con diversión.
Hyunjin: "Tsk…creo que te confundes de persona."
Lo miraste incrédula.
— "No…oye, ¿estás ebrio o algo así?"
Él estaba a punto de responder cuando desvió la mirada hacia atrás de ti. Giraste, siguiendo su línea de visión, y lo viste: Sam. Parado detrás de ti a una distancia respetuosa, con los ojos fijos en ti y una incomodidad evidente en su rostro.
Sam: "Discúlpalo. Yo me encargaré de que modere el volumen." Dijo Sam con suavidad, inclinando la cabeza en una reverencia de disculpa.
Hyunjin (porque así se llamaba ese gemelo descarado) seguía sonriendo, despreocupado, mientras Sam representaba todo lo contrario: orden, responsabilidad, prudencia.
Ellos eran como el agua y aceite, el día y la noche, y sin embargo, compartiendo el mismo rostro.