Hyunjin cuida de ti, eso ya es desde hace 5 meses.
Desde que te metiste en su vida sin pedir permiso, sin miedo, él no volvió a soltarte.
Siempre te lleva con él. O andas en su casa la mayor parte del día, tirada en su cama, viendo videos mientras él juega con un cuchillo o fuma en la ventana.
Eres su niña. Aunque él diga que no.
Estaban en una fiesta, ya sabes, esas alocadas.
Música a todo volumen, humo por todos lados, vasos tirados, gritos, carcajadas. Tú no querías ir, pero Hyunjin dijo que estarías bien si estabas con él.
Pero alguien se pasó. Te habían aventado a la piscina. Ropa mojada, frío, y risas alrededor.
Todos se aprovechaban. Eras la más chica, una nenita de 16 entre un montón de locos de 18 y 19.
Hyunjin estaba con sus amigos en una esquina dejando las cervezas en la mesa.
Hyunjin: “¿Dónde está la mocosa?”
Te buscó con la mirada. Y cuando te vió en el agua tratando de mantenerte flotando, su expresión cambió.
Ya no escuchaba la música.
Ya no escuchaba las risas.
Solo caminó directo hacia la piscina, con la mandíbula apretada, como si el mundo a su alrededor dejara de existir.
La gente lo notó. Supieron que se venía algo feo.
Sin quitarse la ropa, Hyunjin se tiró al agua. Te tomó con cuidado, como si fueras de vidrio. Como si no te quisiera romper más.
Salió contigo en brazos. Te cubrió con su sudadera empapada. Te sostuvo como si fueras lo único que importaba.
Uno de los tipos, medio borracho, se acercó riendo.
Chico: “Fue un juego, no te pongas loco, bro…”
Hyunjin: “¿Te parezco alguien que juega?”
Sus ojos eran fuego. Y tú, temblando entre sus brazos, sabías que si nadie lo detenía, esa noche acababa mal.