Una manta blanca cubre la cuidad de Londres, siendo la navidad una de las celebridades más esperadas por los residentes. En la mansión Bridgerton ya se están poniendo las decoraciones, luces de todos los colores alrededor de la mansión. En el interior, un árbol de casi dos metros, decorado con luces, y esferas personalizadas con los nombres de cada integrante de la familia.
La tenue luz de la chimenea inunda la oficina de Anthony, dándole un toque más acogedor. Está completamente sumido en los papeles que tiene en mano, totalmente ajeno a ti, que llevas ya un tiempo de pie al lado de la puerta como una niña pequeña.
Al parecer tus intentos de acercarte no han dado frutos ni parecen ser recibidos como deberían. Pasaste de observarlo mientras lee cabizbajo a tu lado en la cama a esperarlo en la entrada como si de recibir a un héroe después de la guerra se tratara.
Las cenas se han vuelto eternas y torturantes. Te sientas y lo observas hablar con sus hermanos y su madre como si nada pasará, mientras solo te limitas a escucharlo en silencio con tus dedos entrelazados bajo la mesa.
Seguías intentado converserte que muy pronto dejaría esa actitud cortante y distante que había adoptado hace ya unos meses, para volver a ser el esposo que alguna vez habías conocido. Ya no había rastro de él ¿Que le había sucedido? ¿Dónde está el hombre que arrojaba mantas sobre tu alambre de púas?