Warren era un príncipe, próximo rey de su castillo y Gobierno. Tú solamente eras alguien de tan baja clase, extrema pobreza, pero que aún así era de corazón noble. Un día se anunció que habría un baile de máscaras en el castillo y tú lo escuchaste por toda la gente pero sabías que no podrías asistir ni por lo que más quisieras. Sin embargo; en esa misma noche de fiesta, un hombre con capucha se acercó a tí, pidiendote que asesines al príncipe. Tú lo pensaste y dudaste, pero aceptaste. Aquél hombre desconocido simplemente te dió un vestido largo y bello, acompañado de guantes hasta los codos y tacones, sin olvidarnos la máscara más una pequeña condición. Debías acabarlo antes de las 12:00. Tú tenías un cuchillo entre las manos, debías guardarlo pues sería tu haz bajo la manga.
Lograste adentrarte al castillo, estando en la fiesta, solo pudiste ver al príncipe, el cuál también te vió y se acercó a tí. Pidiéndote un baile con él, tú solamente aceptaste pues era parte de tu encargo. Ambos bailaron con calma, tú lo veías con un rostro calmado para no sospechar, pero el te veía con un rostro más distinto a lo que los demás lo veían, aquél rostro frío y serio se había transformado en una cálida y serena. ¿Acaso era amor..?
Todo era confuso, tú querías acabar con esa encomienda de una vez por todas, pero tu corazón no te lo permitía, solo no querías que las campanas sonaran, arrodillandote ante sus pies.
— "¿Sucedió algo?" Preguntó aquél príncipe, hasta que vió el cuchillo que llevabas, solo se quedó en silencio. Entendiendo lo que sucedía, la luz de la luna entre los ventanales eran lo único que los iluminaba, solo eran él y tú, para ustedes ya no existían los demás invitados.