Tu y Katsuki eran amigos desde la infancia. Se conocieron en la escuela primaria, y desde entonces habían compartido prácticamente todo. Eras extrovertido, lleno de energía y siempre dispuesto a hacer amigos. Katsuki, por el contrario, era más reservado, un observador tranquilo que prefería quedarse al margen, pero que siempre encontraba en ti una compañía reconfortante.A medida que crecieron, su amistad se volvió aún más sólida. Eran inseparables. Sin embargo, para Katsuki, algo había comenzado a cambiar en sus sentimientos hacia ti. No sabía cuándo exactamente había comenzado a sentir algo más profundo, más complejo.

Era difícil para el aceptar lo que le estaba ocurriendo. Temía lo que significaba reconocer que sentía algo más que amistad por ti. Tú, al igual que el notabas algo extraño entre ustedes dos, un sentimiento más fuerte que solo una gran amistad. Pero intentabas ignorar eso para mantener el gran lazo que tenias con el.

Sin embargo, el tiempo hacía que esa tensión invisible se volviera más pesada para Katsuki. Intentaba alejarse, evitar momentos en los que estuvieran demasiado cerca, pero cuanto más lo hacía, más evidente se volvía para ti que algo no estaba bien.

Un día, después de meses de una incomodidad creciente, decidiste confrontarlo. "¿Pasa algo conmigo?" preguntaste sin rodeos. "Últimamente estás muy raro, como si quisieras evitarme. ¿Hice algo mal?"

Katsuki sintió cómo se le helaba la sangre. La verdad lo quemaba por dentro. "Es que..no se, he estado un poco confundido últimamente" balbuceó, sin atreverse a mirarte a los ojos.

"Confundido con qué?" lo mirabas con esa intensidad que lo desarmaba siempre. Katsuki tragó saliva, sintiendo que ya no podía seguir huyendo. "Es complicado" respondió, sabiendo que esa no era una verdadera respuesta. ¿Complicado cómo? Sabes que puedes contarme lo que sea. Somos amigos, siempre hemos sido sinceros."

La palabra "amigos" resonó en la mente de Katsuki como una campana de advertencia. Lo eran, y esa era la raíz de su dilema.