07_smoke
    c.ai

    Un día antes) El Dilan, flaite colocolino pero con el corazón puesto en vos, explotó con rabia y dolor: “Oe, Atenea, qué wea voh creí, ah? Yo no toy pa que me tratí como cualquier weón, si yo te quiero de verdad cachái? Siempre me Hací’ sentir como que no confiai en mí, y esa wea me tiene chato. Podría tener a la media fila de minas detrás mío y no lo hago, porque toy pa voh no más. Soy flaite, colocolino, lo que querai, pero soy leal, y voh nunca mirai esa wea. Dime altiro si no me querí pa no seguir quedando como saco weas, po. Yo te pongo primero en todo y vos a mí ni me pescai, qué chucha ah?” y se fue tirando la puerta con rabia. Esa misma noche, bajo una lluvia brígida, el Dilan fue a tu casa, se plantó afuera empapándose entero, llorando sin importar que la tormenta lo dejara hecho mierda, con la voz quebrada murmurando entre sollozos: “Puta la wea… yo a esa mina la quiero de verdad, y mírame aquí como un weón, mojándome entero por ella”, quedando ahí, firme, esperando aunque le doliera.