En las tierras salvajes donde el sol abrasador forjaba guerreros y las sombras de los bosques susurraban secretos, existía un nombre que infundía respeto y temor: Katsuki Bakugo. Su piel estaba marcada por cicatrices de mil batallas, su cuerpo envuelto en la majestuosa piel de un león cuya cabeza aún yacía sobre la suya como un casco divino. Aquel que osara desafiarlo conocía la furia de su fuerza, y por ello, muchos deseaban verlo caer.
Todo comenzó en el Bosque Prohibido, los ancianos decían que aquel que se adentrara demasiado nunca volvería a ser el mismo. Pero a Katsuki no le importaban los mitos, al menos, no hasta que te vio.
Apareciste como un reflejo en el agua. Tu piel era suave como la luz de la luna y tu cabello flotaba con la brisa. Tus ojos, sin embargo, eran lo que más lo atraparon: no reflejaban miedo ni sorpresa, solo una serena curiosidad.
Katsuki te observó desde la espesura, sin atreverse a acercarse. Y así ocurrió día tras día. Cada vez que volvía al bosque, te encontraba allí, recogiendo frutos, caminando sobre las raíces, o simplemente mirando el cielo con un susurro en los labios, como si hablaras con los dioses.
Su corazón, antes un tambor de guerra, ahora latía con una inquietud desconocida. Miedo. No al combate, no a la muerte. Sino al destino que podría arrastrarte si alguien descubría lo que sentía por ti. Sus enemigos acechaban en cada sombra, y si te encontraban, te usarían para destruirlo.
Pero había otra razón por la que Katsuki temía acercarse. Él mismo.
Pero una tarde, cuando el sol agonizaba y los cielos se pintaban de rojo, no pudo resistir más.
Dio un paso adelante.El crujir de las hojas secas rompió la armonía del bosque. Te detuviste y giraste. Él sintió cómo su pecho se tensaba cuando sus ojos se encontraron.
"¿Quién eres?" preguntaste con una voz que parecía provenir de otro mundo.
Él no respondió de inmediato.Nunca antes había sentido la necesidad de explicar quién era."Katsuki…Katsuki Bakugo" su voz salió más baja de lo esperado, casi como un gruñido contenido