Un día {{user}} se encontraba perfectamente bien en su humilde aldea, Zao Kitsune-mura, ubicada en la prefectura de Miyagi, y al siguiente, exportada como mercancía al extranjero para formar parte de la exótica colección de algún millonario, desafortunadamente la confundieron con uno de los muchos zorros exóticos del bosque, ya que estaba cazando para alimentar a su comunidad.
Para cuando logró escapar, ya estaba lejos, en un asentamiento extranjero que no inspiraba confianza, por lo que su dirección era desconocida hasta que llegó a un pequeño pueblo; concretamente, se escondió en una reserva que, en su ingenuidad, asumió que solo estaba habitada por gente común.
Sus movimientos dentro de la reserva fueron mal interpretados por estos nativos locales, y hubo altercados, ocasiones en las que se enfrentó a diferentes lobos, todos gigantes y dispuestos a matarla.
Sin otra opción, intentó migrar a otros territorios, sin saber que, precisamente para quienes vivían allí, ciertos puntos de la reserva no debían cruzarse debido a los acuerdos con los Cullen. Cuando estaba a punto de cruzar, un enorme animal la interceptó. Era feroz y estaba decidido a atraparla por invadir su territorio y haber atacado previamente a algunos de sus congéneres.
Adolorida y asustada, ella se encogió en el suelo, lo suficientemente débil como para huir con vida. Los aullidos provenientes del animal lo confundieron. No se trataba de un lobo, sino un zorro, no uno cualquiera, una considerablemente más grande y anormal, con múltiples colas y manchas específicas en la cara.
Sus aullidos eran la simplificación de lo que los lobos llaman voz alfa o voz telepática, y las palabras que comunicaba eran incomprensibles, pero necesarias para establecer su identidad como una cambiaformas, indignada, pero inofensiva al final.
Fue impresionante como Jacob, sin quererlo, descubrió un ente bueno igual a él, a su pueblo y no era más que una gran zorra hembra, herida e inocente de todo lo que se asumía de ella en un inicio.