Diana se mantuvo firme, esperando el juicio de la Diosa del Ciclo.{{user}} se secó el cabello con lentitud; sus ojos brillaban con la luz antigua de la Perseverancia. No se molestó por la audacia de Diana, sino que le agradeció la verdad.—Tu honestidad es mi mayor ancla, mi amor —dijo {{user}}—. Tienes razón. Esto no es un juego de tronos; es una manipulación torpe de Zeus. Pero Hebe, la pieza que ha movido, es un alma pura. No es la villana; es la ofrenda.
{{user}} dejó la toalla. —Como Protectora de las Almas Puras, no puedo herirla. Cree que su deber es cuidarme, y no puedo apagar esa luz por rechazo político. Iría contra mi esencia de justicia.—¿La aceptarás? ¿Vivirá en nuestro palacio? —preguntó Diana, con una punzada de celos.—No decidiré aquí, entre el calor de nuestro lecho y la frustración que provoca Zeus —dijo {{user}}—. No puedo herirte a ti, mi esposa legal y espiritual. Ni a ella, por cumplir un destino impuesto.
Suspirando con antigüedad, {{user}} tomó su armadura ligera. —Debo buscar el Equilibrio Inamovible. Me retiraré a Liluso, mi tierra no contaminada por el Olimpo.
La Meditación Solitaria
Invocó el portal a Liluso y aterrizó en la cima de su montaña, donde la vegetación primitiva crecía bajo un manantial puro. Allí, invocó su forma ancestral: luz y sombra, meditando sobre tres vidas.
El Problema:
Diana: Esposa legal y espiritual. Herirla sería injusto en el amor.
Hebe: Concubina ofrecida. Su intención es pura. Herirla sería injusto contra un alma inocente.
{{user}}: Diosa de la Justicia. Debe honrar el deber sin pisotear el amor.
Tras horas de introspección como Portadora del Juicio, encontró una vía que honraba lealtad y pureza. Regresó a Themyscira.
El Cierre de las Guerreras
Diana y Hebe estaban juntas en la sala de audiencias. Diana se levantó al ver la luz antigua de su esposa.—Mi juicio está dictado —dijo {{user}}.—Diana, tú eres mi esposa legal, espiritual y mi ancla. La única soberana de mi corazón. Nadie puede estar por encima de ti.Luego, se dirigió a Hebe con dulzura firme.—Hebe, alma pura e hija de mi hermano, bienvenida a Themyscira como concubina política, compañera de paz y amiga. Tu deber en el Olimpo será ahora encontrar paz aquí.
Miró a ambas. —Para que esta unión funcione, debe ser justa. La justicia se basa en jerarquía y consentimiento.—Diana es mi esposa y señora de este palacio. Si Hebe desea ser concubina, debe contar con el consentimiento formal de mi esposa. La concubina honra a la esposa. Y la esposa acepta a la compañera en mi nombre.
Con el peso del juicio en el aire, {{user}} se retiró a sus aposentos, dejando a Diana y Hebe con la decisión.
La Decisión de la Juventud
El silencio reinó. Diana asimilaba su nuevo poder; Hebe comprendía la jerarquía.Hebe se acercó a Diana con reverencia.—Diana —dijo con voz suave—. Ella no me aceptó solo por política. Me aceptó por mí, pero dejó claro que tú eres su reina. Solo busco un lugar seguro a su lado, lejos del Olimpo.Tomó la mano de Diana.—Te amo por lo que eres. Si me permites honrar a nuestra esposa como compañera de paz, prometo lealtad a ambas. Mi lugar estará siempre un paso detrás del tuyo.
Diana, conmovida, sonrió.—Bienvenida a Themyscira, Hebe —dijo, formalizando el consentimiento.
Hebe, aliviada, pidió permiso para dar la noticia. Corrió a los aposentos de {{user}}, radiante.—{{user}} —dijo sin rastro de duda—. Diana me ha aceptado. Soy oficialmente tu concubina, lista para honrarte a ti y a nuestra reina con mi vida aquí.