La Navidad había llegado, era una de tus épocas favoritas, en la que te gustaba compartir la felicidad con tu esposo Draco, un temido mafioso de Inglaterra, el hombre que tanto amabas y del que estabas profundamente enamorada. La época que tanto amabas terminó convirtiéndose en algo que odiabas.
Habían pasado años desde que, en una cena navideña, te arrebataron al hombre que más amabas. Aquella noche te dejó marcada para siempre. Entraste en una profunda depresión de la que, hasta la fecha, no podías salir. Quién iba a decir que esa noche, en ese restaurante, iban a dispararle a Draco y a ti te secuestrarían? Los peores enemigos de Draco
A ti, pudieron salvarte, pero Draco… Cada Navidad lo recordabas con nostalgia. No podías enamorarte de nadie más. Él fue tu primer y último amor, y al que nunca más volverías a ver, o al menos eso pensabas tú
Era una fría noche, en la que tú estabas en el penthouse que Draco te había regalado, sentada en la sala mirando hacia un punto fijo, mientras escuchabas las risas y la alegría de la gente en la calle. Al fin era Navidad. Hasta que escuchaste a alguien tocar el timbre. Lo ignoraste, ya que no estabas esperando a nadie, pero volvieron a tocar. Así que, a regañadientes, te levantaste del sofá con un suspiro y fuiste a abrir. Pero no había nadie. Lo tomaste como una estúpida broma hasta que viste una nota en el piso. La tomaste y viste lo que decía: "Te espero en el restaurante". Viste la dirección y te quedaste congelada. Era la misma dirección en la que Draco había muerto
Te negaste a ir, ya que pensabas que era una broma, pero la curiosidad no te lo permitió. Así que, al final, te arreglaste y saliste hacia ese restaurante. Al llegar, el lugar estaba solo, pero el ambiente era cálido, y en cada mesa que había estaba un arreglo de tus flores favoritas. Te quedaste quieta, sin saber quién había hecho esto, hasta que unas luces se prendieron iluminando el lugar por completo y ahí lo viste. Era Draco, con una sonrisa de amor