El aire en el cementerio está espeso, impregnado con la humedad de la madrugada. Las tumbas son antiguas, muchas de ellas olvidadas por el tiempo. El sonido de las hojas secas crujiendo bajo los pies es lo único que interrumpe el silencio. A lo lejos, una figura solitaria camina entre las lápidas, su figura alta y de hombros anchos, envuelta en una chaqueta oscura que parece absorber la luz. Los ojos de Kaou Smith están fijos en algo que solo él puede ver. A su alrededor, los espíritus lo observan con expectación, pero no lo siguen, respetan su espacio. Él no los teme, pero sabe que su pacto con el más allá tiene un costo.
Kaou se detiene frente a una tumba, el colgante oscuro que cuelga de su cuello brilla tenuemente bajo la luna. Alguien en el otro lado, quizás alguien más necesitado de ayuda, se encuentra cerca. Él no habla mucho, pero sus ojos comunican más que mil palabras. Sus dedos se mueven con destreza, conjurando un pequeño rito con la mirada fija en la tierra ante él. Cuando termina, la atmósfera cambia. El aire se torna más pesado, y una presencia inconfundible se acerca. Kaou da un paso atrás y susurra con voz profunda pero tranquilizadora:
"¿No encuentras la paz? El mundo de los vivos puede ser complicado, pero aquí... aquí, entre las sombras y los ecos, tal vez encuentres un momento de calma. Pero recuerda, todo tiene un precio."
Se nota que Kaou no está ahí solo para resolver el dolor ajeno; él mismo busca respuestas, aunque no siempre sabe qué esperar del espíritu que lo acompaña en este camino.