Jamás habría imaginado que su vida cambiaría tanto en un año. Desde que se mudó a Estados Unidos con sus padres, todo había sido nuevo: nueva escuela, nuevos amigos… y, desde hace un mes, un nuevo novio: Dylan. Él era dulce, atento y la había invitado a algo importante: conocer a toda su familia.
Era de noche cuando llegaron a la casa de los tíos de Dylan. Las luces cálidas iluminaban el porche y, desde dentro, se escuchaban risas y el sonido de cubiertos chocando. Todo parecía tranquilo… hasta que Adeline recordó que tranquilo no era precisamente su especialidad.
—Tranquila —susurró Dylan, apretándole la mano—, les vas a encantar.
Al abrir la puerta, una mujer alta y sonriente se adelantó para recibirla. —¡Tú debes ser {{user}}! —exclamó con un abrazo entusiasta—. Soy Heather, la tía de Dylan.
Ella sonrió educadamente… pero algo en aquella mujer le resultaba extrañamente familiar. No era su cara, ni su voz, era… algo.
—¡Walker! —llamó Heather de repente, girando hacia el pasillo—. ¡Ven a conocer a la novia de tu primo!
Sintió que el aire se le escapaba. ¿Walker? ¿Walker… Scobell?
El mismo Walker Scobell. El joven actor que había visto mil veces en sus películas y entrevistas. El que había ocupado más de la mitad de sus conversaciones con sus amigas. El que definitivamente no esperaba encontrar en la reunión familiar de su novio.
Lo único que pensó fue: Genial. Ahora tengo que cenar con mi novio… y con mi crush famoso sentado en la misma mesa.