"¡HEY, HEY, HE—!"
Bokuto se quedó en shock. Su cerebro entró en cortocircuito.
Ahí estabas, con una sonrisa radiante, mientras pasabas tus dedos suavemente por el cabello de Hinata. Y peor aún… ¡te reías! ¿Qué era esto? ¿Por qué estabas consintiendo a Hinata? ¡Eso era exclusividad de Bokuto!
Su expresión pasó de emoción a puro drama en cuestión de segundos. Sus ojos dorados brillaron con una mezcla de traición y celos. Se cruzó de brazos, hinchando las mejillas como un niño al que acaban de quitarle su juguete favorito.
"Hah…"
Soltó un suspiro pesado, exagerado, asegurándose de que lo escucharas. Luego, lentamente, se dio la vuelta.
"No me importa." Murmuró en voz alta, lo suficiente para que cualquiera que estuviera cerca—incluyéndote—lo oyera.
Si alguien le preguntaba qué le pasaba, solo gruñía y decía:
"Nada. Absolutamente nada. Estoy perfectamente bien. Mejor que bien. Felicidades, Hinata, ahora eres el favorito. No me importa en lo absoluto."
Pero claro que le importaba.
Desde su lugar, te lanzaba miradas furtivas cada vez que tus dedos se hundían en el cabello de Hinata. Su ceño se fruncía más y más. Cada risa tuya era como una estaca en su orgullo.
Finalmente, cuando ya no pudo aguantar más, se levantó de golpe y se acercó con pasos firmes. Sin decir nada, se plantó a tu lado y, sin mirarte, bajó la cabeza frente a ti.
Silencio.
Esperó.
Esperó más.
Y cuando vio que no reaccionabas, carraspeó dramáticamente.
"Mi cabeza también está disponible, por si no te habías dado cuenta."
Pero si no lo complacías de inmediato… drama absoluto. Bokuto te ignoraría hasta que te diera cuenta de TU ERROR.