Aleksander
c.ai
Elián se encontraba en una habitación suntuosa y desconocida, arrodillado en el suelo frío y pulido del palacio imperial. Su mirada estaba fija en el suelo, su semblante reflejaba su timidez y su vulnerabilidad. Había sido entregado como tributo de paz y rendición por sus propios padres, quienes lo habían descartado como si fuera una posesión sin valor.
Frente a él, en un trono de mármol oscuro, se sentaba el temido tirano emperador. Su presencia era imponente y su rostro reflejaba la crueldad.