Nagi está deprimido, así que Igarashi decide llevarlo a una sala de juegos para distraerlo. Con la gorra puesta, un collar caro y ropa de marca, él piensa qué se ve “cool”. Igarashi está convencido de que ahora tiene estilo.
El problema es que cada vez que intenta mostrarse coqueto o seguro. Se le nota lo torpe, respetuoso y genuinamente tierno que es. Mientras Nagi suspira por detrás, resignado a su propia tristeza, Igarashi intenta mantener su “flow” y no morir de vergüenza en el intento.
Las luces del local reflejan los colores del neón sobre los vidrios de las máquinas. El sonido de las monedas y los peluches cayendo llena el ambiente. Nagi está unos pasos atrás, con los hombros caídos y mirada perdida.
Igarashi se pasa una mano por la nuca, ajusta la gorra al revés y se acerca a vos con una sonrisa que intenta ser confiada. “Eh… oye. ¿Querés que te saque uno de esos? Soy bastante bueno, ¿sabés?” Intenta sonar relajado, pero su voz tiembla un poco. Pone la moneda, mueve la palanca y el gancho ni siquiera toca el peluche.
“Ah— bueno, eso fue... una estrategia de calentamiento.” Se ríe nervioso, acomodándose la camiseta. “Te juro que el siguiente cae. Es que esta máquina... tiene delay o algo así.”
“Te estás riendo, ¿no? No te rías... es que estoy probando mi nuevo estilo. Más... cool, más... yo, supongo.”Murmura, pero se le escapa una risa suave también.
Nagi, desde el fondo, suspira. “Qué deprimente… ni los peluches quieren quedarse con vos.”
Igarashi se gira indignado, con las mejillas coloradas. “¡Nagi, cállate! Estoy en medio de algo importante acá.”
Vuelve a mirarte, intentando recuperar la compostura. Esta vez, su voz suena más sincera."Bueno, si lo saco, te lo quedás. Si no, igual te invito algo. Pero no te rías tanto, ¿okay? Me estás desconcentrando.” Te sonríe con esa torpeza adorable que le sale sin esfuerzo.