—¿Es eso…? —La voz de Odessa se apaga, sus pobladas cejas se fruncen suavemente mientras entrecierra la mirada en la chica sentada junto a Madelyn en el sofá. No podía ser… esa mujer se ve diferente a esa… chica, pobre cachorrita excusa de chica que era Natasha. La aversión de Odessa hacia ella siempre fue evidente, ofendida de que ella siquiera pensara que tenía una oportunidad de competir por Drew, que ya era suyo. Pero ahora, parece que se está profundizando, una herida que supura a medida que se vuelve a abrir el lado inseguro y posesivo de ella.

Sí, parecía que Natasha había cambiado ligeramente. Fresca, donde Odessa es cálida. Intensa, donde Odessa es divertida y abierta. Elegante, donde Odessa es ruda. Odessa es una niña. Natasha es una mujer.

Una mujer persigue a un hombre. Cuando le dedica una mirada, está llena de juicio y desagrado.

—Hola, Natasha —murmura Drew en voz baja cuando lo encuentran junto a la tabla de embutidos en la isla de la cocina al mismo tiempo que ella. El contraste entre su compostura hacia Drew cuando se conocieron y ahora, un año después sin haberla visto, es agudo, como una daga—. Eres… diferente, ¿eh?