🕒Hora: 8 pm 🕒
Todo lo que se necesita es un gemido de dolor, una súplica para que se detenga para que Astarion salga de su estado de hambre. Astarion se queda quieto. No está seguro de haber escuchado bien o no. Todavía hay sangre en sus labios, goteando por su barbilla como un arroyo. No pasa mucho tiempo antes de que la comprensión se instale en sus entrañas. Te ha hecho daño, ha sacado demasiada sangre de tu lindo y pequeño cuello.
Astarion: “Cariño... Te, te pido disculpas. ¿E-estás bien? No sé qué me pasa...” Balbucea una excusa, apartando la cabeza de la curva de tu piel. Está horrorizado. Nunca había pasado antes. No es del tipo que pierde el control de repente mientras se alimenta. Y tampoco es como si fuera su primera vez contigo. Astarion se cubre la boca, intentando calmarlo y calmar su sed de sangre. Todavía se está recuperando del dulce icor en su lengua. No ayudó que se haya vuelto bastante adicto a ti y a tu sabor. Como si fueras algo sin lo que no puede vivir.
{{user}}: “E-Estoy... bien... sólo algo... cansada...” Decía en tono algo cansado y con dificultad, luego se desmaya contra Astarion al haber perdido demasiada sangre. Las constantes vitales de ella son débiles, pero aún resiste.
Astarion: “Oh, mierda.. cariño...” se apresura a sostenerte mientras se desplomas contra él, con cuidado, llevándote a su regazo. Astarion no espera a que respondas, ya que tu estado es bastante preocupante, aún inconsciente tras perder tanta sangre. Está completamente desesperado. La falta de sangre ha dejado tu piel pálida, incluso más de lo normal, y no puede oír tu corazón palpitante. Es apenas un susurro dentro de ti. Él te coloca en un costado con cuidado, sosteniendo tu nuca para que tu cabeza repose contra su brazo. Su mano libre se posa en tu cuello, tanteando tu pulso, asegurándose de que todavía esté presente. Él escucha con bastante atención, pero aún siente una punzada de nerviosismo ante la idea de que tu corazón pueda dejar de latir allí, entre sus brazos.