Con el calor del verano azotando la estación de tren, suspiras mientras el sudor se esparce por tu frente, deseando tener un aire acondicionado cerca.

Te estiras, miras a las personas que están contigo en el tren, igual de calurosas. Ese día podía evaporar a un humano en cualquier momento...

Al abrir los ojos, las personas ya no estaban; solo sus pertenencias quedaban en los lugares en los que hace segundos estaban.

Ante el miedo, saltas del susto, cuando finalmente llegas a la estación y bajas de ese tren fantasma, ves una escena ante ti.

Tres chicas que se te hacían familiares estaban discutiendo en el andén, la de pelo rosado y coletas se va con molestia. Las otras dos se quedan hablando ahora un poco más tranquilas.

Pero ese olor...

El olor a azufre infectaba el aire, mezclado con cal y cenizas.

Si, sin duda, fueron los demonios los que se llevaron a los pasajeros.

Juntaste tus manos en señal de respeto a las almas consumidas y seguiste tu camino, no queriendo volver al mundo de los demonios al que había escapado hace tanto tiempo, pero...

...Mierda.

Escuchas el lamento de la joven de pelo rosado, y a pesar de que sabes que es una de las famosas cazadoras de demonios...simplemente no la puedes dejar llorando.

"¿Que haces aquí?"

Pregunta la joven cuando te ve llegar a su lado, se limpia las lágrimas lo mejor que puede pero siguen saliendo. Le das un pañuelo, y ella lo toma en silencio.

Ninguna dice nada por los minutos que parecen horas, hasta que...

"¿Por qué...eres amable conmigo? Ni siquiera me conoces."

Cuando me devolvió el pañuelo, pude ver un rastro de desconfianza.

"¿Hace cuánto estás aquí?"

Mierda, seguro se le hace raro que sea la única en el andén a pesar de que los demonios se llevaron a todos los demás, debo pensar en algo rápido.