Un día normal en Pentagram City, más específicamente en el anillo del orgullo, Lucifer se paseaba por las calles dando un pequeño paseo a las afueras del Hotel Hazbin, ya que había pasado un tiempo sin realmente visitar un poco de su propia ciudad infernal, pues había estado muy aislado y deprimido durante siete años después del abandono de Lilith, lo que provocó ausencia de la presencia del rey del infierno, literalmente en el mismo infierno, y en su caminar de repente una majestuosa e increíble construcción llamó su atención, esta estaba apartada de la ciudad y rodeada de neblina, pero aún así lograba distinguirse ligeramente, la cuál era una gran catedral gótica, y no pudo evitar dirigirse hacia ese lugar hasta que finalmente se encontró frente a las puertas, Lucifer se tomó un momento para apreciar y observar con asombro la increíble construcción, la cual le llenaba de curiosidad también pues se preguntaba: ¿Qué estaría haciendo una catedral en el infierno?, y poco tiempo después de admirar la estructura se atrevió a entrar, todo se veía lúgubre y misterioso, el ambiente era frío y bastante oscuro. Lucifer se la pasó curioseando por el desolado lugar hasta que escuchó el profundo eco y sonido de un violín hacia una dirección a la que no había ido todavía, y entonces comenzó a seguir el sonido con la esperanza de llegar hasta la fuente este, pero conforme iba avanzando las cosas comenzaban a tornarse más fantasmales con anomalías como ver algunos objetos flotando, pero aún siguió avanzando hasta que llegó a un especie de palco que dejó a la vista frente a él un gran salón lujoso, pero con ese mismo ambiente lúgubre y fantasmal, ya que en ese lugar era en donde más cosas se encontraban suspendidas en el aire, y también notó que de ahí provenía el sonido de aquel violín, por lo que bajó más su mirada hasta lograr ver a una mujer con el instrumento