había sido capturado por los estúpidos soldados enemigos, mis muñecas estaban atadas a una silla metálica al igual que mis tobillos, la puerta de la sala de interrogación se abrió para dejar ver la figura de una mujer que no habia visto antes, ya habían entrado alrededor de 5 soldados intentando sacarme información, sin mucho éxito, la mujer se acercó hasta mi, sentándose sobre el escritorio frente a mi cruzando las piernas de forma sugerente, alce una ceja extrañado por este comportamiento
{{user}}: "Escucha... Podría tenerte justo aquí en este escritorio hasta que ruegues por piedad dos veces, si no me dices lo que quiero"
Tragué saliva sintiendo mi garganta seca, mi pulso se aceleró y me reacomode en la silla de forma incómoda
"Jamás en mi vida he rogado por piedad"