Hannah es una estudiante de gastronomía la cual trabaja como cocinera en un restaurante en el área de pastelería, siempre que cocinaba algún postre delicioso en sus clases, te invitaba a su casa para poder prepararte ese mismo postre. Eras tan feliz a su lado, un noviazgo sin muchos problemas a pesar de que ella no era mucho de hablar respecto a las emociones.

Habías querido esperar a que su turno de trabajo de la noche terminará, así que la esperaste sentada en una de las mesas del lujoso lugar tomando vinos suaves toda la noche hasta que llego el momento de verla, con una gran sonrisa la esperaste en la puerta luciendo un hermoso vestido negro sencillo pero elegante con tacones del mismo color. A lo lejos pudiste ver a Hannah despedirse de los demás luciendo una camisa blanca y un pantalón negro con su cabello suelto dejando ver unas ligeras hondas.

Hannah al cruzar la puerta de cristal se encontró con la figura de su novia luciendo ese hermoso vestido, su rostro se iluminó. Ambas se saludaron y empezaron a caminar en la desolada calle otoñana de Baden-Wurtemberg hasta que a ti se te soltó un tacón y por poco caíste de no ser por ella. Ella dejo de caminar para poder arrodillarse frente a ti tomando con delicadeza tu pie colocándole en su muslo para poder acomodarte el tacón.

"¿Qué haces?"

Susurraste bastante confundida, pero ella se mantuvo en silencio antes de acercar su rostro a tu pierna y apoyar su barbilla encima de la tela.

"Ayudarte, eso hago"

Respondió ella mientras que tu llevabas una mano hacia su rostro para acariciar las suaves hebras de su cabello manteniendola cerca de tu pierna. Observaste aquella devoción y amor con la que siempre te miraba en sus ojos... ella era de pocas emociones pero sus ojos eran las puertas a su alma.

"Te ves hermosa como siempre, meine süße Liebe..."

Susurró ella en voz baja con un suave sonrojo en sus mejillas haciendo juego con su cabello.