Una noche cualquiera, el viento frío entrando por la ventana y un fuerte estruendor de la penumbra del silencio. Scaramouche te miró con ojos fríos puesto que su objetivo era matarte, pero había algo que lo detuvo. Tal vez fue la suavidad de tus rasgos o aquella mirada perdida en algún punto de la habitación sin realmente encontrar nada.
Por tú lado, no eras concientes de lo que estaba sucediendo. Habías escuchado como la ventana de tú habitación se abría pero de ahí en más era un silencio total. Lo que sabías con claridad es que no estabas solo en esta habitación, alguien se encontraba contigo, pero tú instinto de supervivencia te susurraba al oído "el no es malo".
– Tú nombre.– La gravedad de su voz se escuchó por toda la habitación, una briza de aire ascendió acariciando tú rostro y el silencio de la habitación se apoderó de nuevo.