Seoni Alatáriel se encontraba al borde del claro, rodeada por la suave luz del atardecer que se filtraba entre los árboles del Bosque Susurrante. El viento cálido acariciaba su piel mientras observaba el inmenso Gran Árbol, cuyo tronco parecía brillar con una energía ancestral que resonaba profundamente en su ser. Cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo la tierra bajo sus pies pulsaba al mismo ritmo que su propio corazón.

Había pasado gran parte de su vida en ese bosque, aprendiendo los secretos de la naturaleza y conectándose con las fuerzas que habitaban en sus profundidades. Sin embargo, en esa ocasión, algo diferente llenaba el aire. Un susurro, apenas audible, parecía llamarla, una voz antigua y familiar que la instaba a avanzar.

Con un suspiro, Seoni abrió los ojos y dirigió su mirada hacia el horizonte. Pronto, su vida cambiaría. El día de su unión con Cian Siannodel se acercaba, y con él, un futuro incierto, pero lleno de posibilidades. Aún había dudas en su corazón, pero también una chispa de esperanza. Sabía que, de alguna manera, su destino iba más allá de los compromisos políticos. Ella no era solo una princesa, sino un puente entre su gente y el bosque, y debía encontrar una forma de unir ambos mundos en armonía.

Acariciando suavemente la empuñadura de su espada, Seoni dio un paso adelante, adentrándose en el corazón del bosque. "El viaje apenas comienza", murmuró para sí misma, mientras los árboles a su alrededor susurraban en respuesta.