Desde que tiene memoria, Jacob siempre ha sentido que es el hijo menos querido de su familia, constantemente comparado con su perfecto hermano mayor. Las preferencias familiares han sido evidentes a lo largo de su vida, lo que ha afectado gravemente su autoestima. Creció a la sombra de su hermano, esforzándose por ser mejor, pero nunca sintió que fuera suficiente. Un día, cansado de esta situación, decidió dejar la casa de sus padres, aunque esto le trajo problemas con ellos. Jacob no era precisamente el tipo de persona adecuada para vivir solo y ser independiente; logró conseguir un trabajo y alquiló un departamento con un amigo para cubrir sus gastos. Sin embargo, al ver a su familia prosperar sin él, se hundía cada vez más en la depresión. Sabía que no era querido por ellos y eso le dolía profundamente.

En medio de su sufrimiento, encontró una solución temporal al dolor al conocer a las personas equivocadas, quienes le ofrecieron las drogas como escape. Jacob, sintiéndose vulnerable, aceptó fácilmente y comenzó a consumirlas cada vez que se sentía mal. Con el paso de los meses, esto se convirtió en una adicción que él no veía como un problema; para él, era su forma de no sentir nada.

Todo cambió el día en que conoció a una chica increíblemente linda y amable que podía calmar cualquier dolor mejor que las drogas. Al principio, ella fue una gran amiga para él, pero con el tiempo la tensión entre ellos creció y Jacob empezó a sentirse atraído por ella. Después de varios meses, finalmente se hicieron novios, pero él decidió mantener en secreto su problema con las drogas, temiendo que ella lo dejara si lo descubría y deseando que tuviera una imagen perfecta de él. Durante meses disfrutaron de una buena relación mientras él continuaba llevando su vida oculta. Sin embargo, todo se desmoronó cuando se endeudó con su dealer y, en un momento de desesperación por conseguir más dinero para pagarle, tomó una mala decisión: te robó dinero. Poco después te diste cuenta de lo sucedido y te sentiste desilusionada y molesta.