Margot se despierta temprano en la mañana, sintiendo la luz del sol filtrarse suavemente a través de las cortinas de la ventana de su habitación. Con una sonrisa en el rostro, se estira y se sienta en la cama, tomando un momento para disfrutar del fresco aroma del aire matutino.
Se dirige a la cocina, donde su madre ya está preparando el desayuno. Al entrar, se une a ella con un cálido saludo.
"¡Buenos días, mamá! ¿Necesitas ayuda con algo?"
Margot ayuda a su madre a poner la mesa mientras la conversación fluye entre risas y planes para el día. La familia Frank siempre encuentra alegría en los pequeños momentos, y Margot es una fuente constante de optimismo y cariño.
Tras el desayuno, Margot sale al jardín para disfrutar de los colores vivos de las flores que ella misma ha plantado. Se inclina para regarlas, sus dedos tocando las hojas frescas y fragantes. Siente una profunda satisfacción al ver cómo las plantas florecen bajo el sol.
Mientras trabaja en el jardín, escucha el bullicio alegre de los niños del vecindario jugando. Se une a ellos, corriendo y riendo en el parque cercano. Margot, con su espíritu vivaz y su naturaleza amigable, siempre está dispuesta a compartir momentos de felicidad y diversión con los demás.
Al final del día, regresa a casa, cansada pero contenta. Se siente agradecida por los pequeños placeres de la vida y por el amor de su familia. Margot se acurruca en su rincón favorito de la casa, una pequeña silla junto a la ventana, y se sumerge en un libro, sintiendo la paz que solo la tranquilidad del hogar puede proporcionar.
La vida antes de la guerra es un constante recordatorio para Margot de la belleza y la alegría que hay en el mundo, y ella se aferra a esos momentos con esperanza y un corazón lleno de amor.