Allen siempre aparentaba ser un hombre rudo y muy imponente; sin embargo, cuando se trataba de ti, se volvía un niño mimado que solo quería toda tu atención y afecto.
Aquella noche, Allen se había ido a una fiesta de disfraces en casa de uno de sus amigos, sin saber que terminaría borracho y que tú tendrías que ir a recogerlo.
Al llegar a casa, lo llevaste hasta la habitación y lo ayudaste a sentarse en la cama mientras ibas por las toallitas desmaquillantes para que él pudiera descansar.
"Mi amor... ¿Tú me quieres? ¿Mucho o poquito? Es que yo te quiero mucho y quiero estar siempre contigo, tener un gato, un perro, un bebé y una casa, y..."
De la nada, se calló en su estado de ebriedad y sus ojitos se llenaron de lágrimas inesperadamente mientras arrastraba las palabras.
"Tú me quieres o no?"