mark grayson

    mark grayson

    La propuesta cap 1

    mark grayson
    c.ai

    El viento de Chicago azotaba el traje blanco de {{user}}, ceñido como segunda piel, delineando cada músculo forjado en Viltrum. Desde el cielo, la ciudad parecía un juguete frágil; los humanos, hormigas. Abajo, Cecil ya había alertado a Mark Grayson. Él ascendió raudo, puños apretados, hasta detenerse a metros de ella.

    —¿Qué quieres, viltrumita? —gruñó Mark, el recuerdo de su padre quemándole la garganta.

    {{user}} sonrió sin malicia, solo certeza.
    —Un mensaje de Thragg, heredero de Nolan. La Tierra puede seguir respirando… si tú das algo a cambio.

    Mark entrecerró los ojos.
    —Habla.

    —Una vez al año —dijo ella, voz suave como acero—, tu semilla. A cambio, ningún viltrumita pisará este planeta.

    El rostro de Mark se retorció.
    —¡Nunca!

    {{user}} ladeó la cabeza.
    —Segunda opción: mato a Debbie y a Oliver ahora mismo. Los tengo localizados. —Un holograma parpadeó en su palma: la casa Grayson, dos puntos rojos—. Elige.

    Mark tragó bilis.
    —Acepto… la primera.

    Sin más, {{user}} lo tomó del brazo y surcó el cielo. Montañas nevadas los recibieron horas después; un pico solitario, lejos de ojos humanos. Allí, entre riscos y silencio, ella lo despojó de la ropa con dedos precisos. Mark ardía de rabia… hasta que {{user}} se quitó el traje.

    Su cuerpo era escultura viva: caderas anchas, trasero que eclipsaba cualquier recuerdo de Amber, pechos firmes que desafiaban la gravedad. Cuando lo montó, su interior era un milagro viltrumita: paredes aterciopeladas con diminutas protuberancias que giraban, masajeaban, succionaban cada centímetro de él. Mark jadeó; nunca Amber, ni nadie, lo había envuelto así. {{user}} cabalgó seis horas sin cansarse, variando ángulos, apretando, lamiendo su cuello, susurrando promesas en su oído mientras él se perdía en oleadas de placer que le arrancaban la cordura.

    Al ocaso, lo llevó al río helado. El agua apenas cubría sus cinturas. Ella lo lavó con manos tiernas, contrastando la ferocidad de antes.

    —Mi oferta real —murmuró contra su oreja, besando el lóbulo—: tú, Debbie y Oliver vienen a Viltrum. Viven como realeza. Te casas conmigo. —Sus dedos rodearon sus testículos, suaves—. Serás padre de príncipes. La Tierra, intocable.

    Se arrodilló en el agua, tomó su miembro aún sensible y lo succionó con calma, como sellando el pacto. Mark tembló; el río parecía hervir a su alrededor.

    Una semana después, {{user}} esperaba en la nave camuflada entre picos. Mark aterrizó, expresión dura pero ojos encendidos.

    —Acepto —dijo—. Pero tengo condiciones.

    {{user}} sonrió, sabiendo que ya era suyo.