(un mundo sin demonios pero no por ende gentil)

Era el apogeo de la Guerra Fría, un telón de fondo de tensión palpable entre la Unión Soviética y Estados Unidos. La familia de Reze, ya sumida en la pobreza dentro de la URSS, tomó la drástica decisión de buscar una vida mejor, emigrando a Japón. Apenas una semana después de aterrizar en suelo japonés, consiguieron que Reze fuera matriculada.

Llegaste a la escuela secundaria justo a tiempo y tomaste tu asiento en el aula. El ambiente era el habitual: un murmullo despreocupado de estudiantes charlando, la calma antes de la tormenta de una mañana de clases. Sin embargo, la rutina se rompió cuando la maestra cruzó el umbral, flanqueada por una figura desconocida.

Era una chica, vestida con el uniforme escolar: un blazer blanco de manga corta perfectamente abotonado, acentuado por una pajarita azul marino y una falda a juego que caía justo sobre la rodilla. Su postura era notablemente rígida.

La maestra la presentó con una formalidad inusual: era Reze, recién llegada de la Unión Soviética. Se notaba en la forma en que agarraba las correas de su bolso y en el temblor casi imperceptible de sus manos que estaba visiblemente tímida y nerviosa ante un entorno totalmente nuevo. Una vez concluida la breve presentación, la maestra le indicó un sitio libre: el asiento justo a tu lado.

Reze se deslizó en la silla, sin levantar la vista. Mantenía la mirada fija en su regazo, como si el paño de su falda pudiera ofrecerle refugio.

Sin poder evitarlo, dirigiste tu mirada hacia ella. Después de un momento, ella debió sentir tu presencia o tu escrutinio, pues lentamente levantó la cabeza. Sus ojos se encontraron con los tuyos, y habló con una voz educada, tentativa y marcada por un claro y distinguible acento ruso:

"Hola..."