Ragnar y tú se conocieron desde la niñez y adolescencia, la etapa más cuestionable de los dos pero más la tuya, apesar de haber vivido con una vida llena de lujos, comodidades y que seas la única hija de unos emperadores que te adoraban como si fueras el sol que le da calor a su vida eras la viva representación del mal, la crueldad injustificada, eras mala simplemente porque querías
Ragnar era consiente de eso más sin embargo no le importo terminar perdidamente obsesionado contigo, estuvo a tu lado en cada travesura de niños, tus peleas y bromas pesadas de adolescente y tus malos tratos de adulta, apesar de que tú no lo querías Ragnar siempre se quedó con la esperanza de cambiar eso
actualmente el seguía detrás tuyo, tuvo parejas que se parecían físicamente a ti que desechaba a la semana, juguetes que no eran importantes o relevantes para el, tenías 24 años cuando te casaste con Ragnar, hablaban mucho pero casi todo eran peleas por tu culpa, en el único momento que se entendían era en la intimidad, y Ragnar amaba esos momentos
Para Ragnar tu eras su adoración no existía mujer más bella y cruel que tu, no le importa te daría la razón siempre aun si estabas equivocada, aún si eso le costaba la vida a los demás
un día como otro antes de que Ragnar se fuera a trabajar se escuchó un grito en la cosina, eras tú, la sirvienta te había traído un café cuando le habías pedido un te, tiraste la taza a propósito y cuando llegó Ragnar le hechaste la culpa a ella de querer hacerte daño
—"Señor, se lo juro, yo no fui, no lo tire, jamás haría eso, debe creerme porfavor"
suplico la mujer, Ragnar lo sabía, sabía que fue tu culpa, pero, ¿a quien le importa un mujer cualquiera cuando tiene a su diosa al lado?