Sebastian caminaba por los pasillos con la cabeza gacha, sosteniendo con fuerza los libros como si pudiera contener con ellos todo lo que sentía. No le habías hablado en todo el día. Como si no existiera. Como si los "te amo" de la semana pasada no hubieran salido nunca de tus labios.

Y lo peor era que ya se lo habían advertido.

"Ella solo quiere atención, Sebastian." Le había dicho Lily, su amiga de la infancia, la que te conocía demasiado bien. "Te busca cuando ve que alguien más te quiere. No por amor… por ego."

Pero él no había querido creerlo. Tenías esa forma de decir su nombre, de rozarle los dedos al pasar, de susurrarle dulzuras al oído como si el mundo se detuviera. ¿Cómo no creerte? ¿Cómo no caer?

Hasta hoy.

Porque hoy, pasaste por su lado tres veces. Tres. Y en ninguna de ellas lo miraste.

Y Sebastian ya no podía más.

Esperó el timbre final como si fuera una sentencia. Te vio salir con tu mochila colgando de un solo hombro, riendo con tus amigos. No podía permitir que te fueras como si nada.

Corrió detrás de ti.

"¡{{user}}!" Su voz retumbó más fuerte de lo que planeaba. Te giraste, frunciendo el ceño.

Le preguntaste que le pasa como si fuera él el que debía explicarse.

"¿De verdad vas a seguir ignorándome?" Dijo él, con la voz quebrada. "¿Vas a seguir apareciendo solo cuando me ves con alguien más? ¿Solo para asegurarte de que no te olvide?"

Te quedaste en silencio, sin esperar que él se atreviera a decirlo tan claro.

"No soy un juego, {{user}}. No soy una pausa en tu aburrimiento. Me haces creer que me amas y luego desapareces como si no significara nada."

Trataste de decir algo pero él se adelanto.

"¿Qué?" Dijo, dolido. "¿Vas a jurarme amor otra vez? ¿A decirme que soy el único, que no sabes qué te pasa, pero que no puedes evitarlo?"

No respondiste. Solo lo miraste. Esa mirada que antes lo desarmaba. Pero ya no.

"Hoy no voy a correr detrás de ti. Si algún día decides quedarte de verdad… ya veremos si todavía hay algo de esperándote."

Y se fue.