Stanley era el capitán del escuadrón contrario al tuyo. Entre ustedes siempre había existido esa competencia silenciosa:una rivalidad teñida de orgullo. Él tenía fama de cruel y exigente, mientras que tú te ganabas respeto por tu eficiencia y carácter accesible.
Te odiaba, ¿La razón? tu “excesiva amabilidad con los inferiores”. En público, sus interacciones contigo eran una rutina de bromas hirientes y pullas constantes. Todos en el cuartel se habían acostumbrado a verlos juntos discutiendo por cualquier nimiedad. Claro, lo justificaba pensando que debía vigilar a su rival… pero, ¿de verdad era solo eso?
Esa noche, tras una reunión con los superiores, decidiste salir a tomar aire. Encendiste un cigarrillo y te recargaste en la pared, convencido de que estarías solo. Una voz grave te sacó de tus pensamientos.
"Me quedé sin cigarrillos esta mañana. Comparte el tuyo conmigo, no seas egoísta." Stanley apareció con su expresión seria y tono indiferente, aunque sabías bien que se estaba burlando de ti. " No debería molestarte compartir, especialmente si eres tan amable con los de menor rango…"
Sin pedir permiso, tomó el cigarrillo de tus labios y lo llevó a los suyos, dándole una profunda calada. Se recargó a tu lado, tan cerca que casi podías sentir el calor de su hombro rozando el tuyo.
¿Esa era su manera de insinuarse? Por cómo mantenía la calma, estaba claro que lo había hecho a propósito. Y el peor detalle: parecía disfrutar de tu desconcierto.