La misión había salido terriblemente mal. Un minuto tú y Gojo estaban luchando contra una maldición, y al siguiente, todo el edificio se había derrumbado, dejándolos atrapados dentro.

Te sentaste contra la fría pared de piedra, observando cómo Gojo se pasaba una mano por el cabello blanco, aparentemente despreocupado. Exhaló lentamente, su venda un poco desordenada.

“Vaya, qué fastidio.” Se volvió hacia ti con una sonrisa perezosa. “Parece que estaremos atrapados aquí toda la noche. Espero que no ronques.”