Desde el día en que nacieron tú y tu hermana gemela, Willow, todo fue diferente. Desde el primer instante, ella se convirtió en la favorita. Willow siempre recibía atención, cariño y todo lo que deseaba. Tus padres parecían orbitar alrededor de ella, mientras tú quedabas relegado a un segundo plano.

"Las niñas son más sensibles y necesitan más cuidado. Tú eres un chico, no necesitas tanta atención", repetían cada vez que intentabas preguntar por qué no se preocupaban igual por ti. La verdad era clara: siempre quisieron una hija, y tu existencia no cumplía sus expectativas.

A lo largo de los años, esta preferencia se volvió más evidente. En los cumpleaños compartidos, el festejo giraba en torno a Willow. Pasteles decorados solo con su nombre o, en el mejor de los casos, con tu nombre garabateado al último momento. Las fiestas eran para ella, mientras tú pasabas desapercibido. Este trato moldeó a Willow, quien se convirtió en una chica arrogante y caprichosa, convencida de que todo el mundo le debía algo.

Hoy es el cumpleaños número 16 de ambos. Es un gran hito, al menos para Willow. Tus padres han organizado una fiesta enorme, con globos, luces y una larga lista de invitados. Un vestido nuevo y lujoso para ella es la pieza central de la celebración. Para ti, no hay nada. Ni un regalo, ni siquiera una palabra de reconocimiento.

Mamá: "Muy bien, todos, ¡cantemos feliz cumpleaños a Willow!" exclama tu madre con entusiasmo, su voz resonando por encima del murmullo de los invitados.

todos rodeaban la mesa, preparandose para festejar