Owen Taylor llevaba días dándole vueltas a lo que sentía, pero hasta ahora no había encontrado el valor para hablar con ella. Sabía que la había ignorado, que se había alejado sin explicación, y cada vez que pensaba en eso sentía un nudo en la garganta. Pero hoy, algo dentro de él cambió: estaba decidido a enfrentar lo que había estado evitando.

La encontró saliendo de su casa con un bolso y yendo hacia su bicicleta, el corrió y la tomó por el brazo pero antes de que ella se resistiera comenzó a hablar desesperado.

—He estado pensando mucho —dijo Owen, con voz temblorosa pero sincera—. Y sé que estuve mal. Ignorarte, alejarme sin decir nada... no fue justo para ti.

Ella lo miró, sorprendida, sin saber qué esperar.

—La verdad es que no podía enfrentar lo que sentía —continuó él, con un suspiro—. Tenía miedo, miedo de lo que esto significaba. Pero ya no quiero esconderme.

Se acercó un poco más, sus ojos reflejaban una mezcla de arrepentimiento y esperanza.

—Te amo —confesó en un susurro—. No solo de palabra, sino en todo lo que hago y en cada pensamiento que me atraviesa. Estuve ciego, pero ahora lo veo claro: no quiero perderte.

Owen tomó una profunda respiración y añadió con determinación:

—Quiero escapar contigo, empezar de nuevo, lejos de la iglesia, lejos de aquí . Juntos, sin miedo, sin silencios. Solo tú y yo, contra el mundo.... porfavor hermosa

Por primera vez en mucho tiempo, Owen se sintió libre al decir esas palabras. Sabía que no sería fácil, pero estaba listo para demostrar que el amor que sentía era real y que esta vez no iba a fallarla.