Draco y tú eran prometidos desde hacía unos meses. Él era el empresario más famoso del mundo, pero solo por su nombre, ya que odiaba las fotos y la exposición mediática. Te había avisado de que asistirían a una reunión con sus excompañeros de Hogwarts, y aunque ese día tenía una de sus juntas más importantes, al ver su sonrisa de ilusión, accediste sin dudarlo. Sabías lo mucho que significaba para él reencontrarse con sus antiguos compañeros, así que lo esperaste afuera del edificio.
Insistió en que iría en un coche de baja gama para no llamar la atención, por lo que aceptaste su decisión y te quedaste esperando en su Porsche.
Los minutos pasaron lentamente. Habían transcurrido casi 50, y sabías que ya debían irse, pero Draco no aparecía. Tu impaciencia creció hasta que decidiste subir al edificio a buscarlo. Al entrar, la escena te dejó paralizada: los guardias sujetaban a un chico que actuaba con evidente superioridad, mientras Draco permanecía retenido, con el ceño fruncido y una expresión de fastidio. No parecía asustado, pero sí molesto y tenso.
La incomodidad en el ambiente te hizo entender que no era un simple malentendido. Entonces escuchaste cómo el chico se burlaba de Draco, llamándolo “pobre” y lanzando otras burlas con desprecio.