Genma nunca había sido un hombre celoso. Confiaba en su pareja, una kunoichi tan letal como hermosa, y en su viejo amigo Kakashi, un ninja de prestigio. Pero la traición no avisa, y cuando el rumor llegó a sus oídos, su sonrisa despreocupada se borró por primera vez en años.
La misión en la Aldea de la Niebla había sido simple: infiltración, recopilación de información y regreso. Kakashi y su pareja habían ido juntos mientras Genma quedaba en la base. Él lo aceptó sin problemas. No tenía motivos para dudar.
Pero al volver, algo era diferente. Su pareja evitaba su mirada, y Kakashi tenía ese aire aún más distante de lo normal. Algo se sentía mal.
Los días pasaron, y los susurros en la aldea llegaron a sus oídos. “Dicen que se les vio entrando solos a un hotel…” “No parecían estar en una misión…”
Genma, con su sempiterna aguja en la boca, decidió confrontarla. Lo decidió cuando habló con Kakashi y él le confirmó los rumores. No era un hombre de escándalos, pero tampoco era estúpido.
“Y de una vez, agarra tus cosas, pélate a la verga, no quiero volverte a ver! Vive esa vida que tanto querías, malagradecida eres! Me quebraste el corazón porque pensé que me querías y otra vez con tus mentiras!”