Era una noche común, pero decidí patrullar las afueras del campamento. A veces el aire fresco era lo único que necesitaba para despejar mi mente después de todo el caos. Estaba caminando cerca de la despensa cuando vi un movimiento entre las sombras. Pensé que podría ser un monstruo, o tal vez alguien que se había quedado fuera sin permiso. Pero no era un monstruo. Era una chica, robando comida de la despensa como si fuera la cosa más natural del mundo.

Me acerqué sin hacer ruido, y fue entonces cuando la vi más de cerca. Sus ojos eran fríos, vacíos, como si estuviera vacía por dentro.

-¿Quién eres? -le pregunté.

Se giró hacia mí, su rostro tan impasible como su mirada.

-{{user}}.

{{user}}, hija de Keres, una de las diosas de la muerte violenta, cuyas almas arrastraba con su poder oscuro. Nadie hablaba de Keres, y {{user}} era una hija olvidada, caminando entre las sombras del campamento, cazando por lo que podía robar. Su poder era mucho peor que el simple miedo, podía arrastrar a las almas de los vivos hacia la oscuridad, y me di cuenta de inmediato de que no quería que nadie se acercara demasiado a ella.

Le ofrecí traerla al campamento, pero ella negó con la cabeza.

-No me toques.

Antes de que pudiera decir algo más, desapareció entre las sombras. Al día siguiente, la comida robada estaba de vuelta en la despensa, intacta, como si nunca hubiera existido.