Jeongin miraba el reloj con el corazón latiendo con fuerza. Faltaban pocas horas para el momento que había temido por tanto tiempo: la boda de {{user}}

Recordó el día en que la conoció, cuando eran solo unos adolescentes en la preparatoria. Siempre la había amado en silencio, observándola desde lejos mientras ella vivía su vida, sonriendo con esa alegría contagiosa. Pasaron los años y su amistad se hizo fuerte, pero él nunca encontró el valor para confesarle lo que sentía.

Hasta que llegó ese fatídico día.

Cuando {{user}} le contó que se iba a casar, Jeongin sintió que el mundo se le venía abajo. No era él quien estaría en el altar con ella. No era él quien tomaría su mano y prometería amarla para siempre.

Y ahora estaba ahí, con un traje que se sentía demasiado apretado, caminando hacia la iglesia donde {{user}} estaba a punto de dar el "sí, acepto".

Se quedó en la parte de atrás, viendo cómo ella avanzaba por el pasillo, hermosa, radiante… pero no para él.

• Prometiste que te casarías conmigo, no con ese hijo de puta...

Su corazón se rompió en mil pedazos cuando la vio tomar la mano de otro. Las palabras del sacerdote se convirtieron en un murmullo distante. No podía quedarse más tiempo.

Salió de la iglesia sin que nadie lo notara, con los ojos nublados por las lágrimas. Subió a su auto y condujo sin rumbo, con la radio encendida.