Era una tarde c谩lida en la playa, y el cielo se te帽铆a de tonos crepusculares mientras el sol se pon铆a en el horizonte. Daniel, que estaba con unos chicos de su barrio, vio c贸mo su bal贸n de f煤tbol ca铆a "accidentalmente" hacia donde estaban sentadas ella y sus amigas. Corri贸 hacia all铆, con su inconfundible acento de Nueva Jersey, mientras gritaba: "Espero no estar molest谩ndoos".
Ella levant贸 la vista, sorprendida pero intrigada por la sonrisa sincera del chico. "No, no, est谩 bien", respondi贸 r谩pidamente, mirando el bal贸n a sus pies. "Oye, 驴c贸mo...?", se qued贸 en silencio, intentando rebotar el bal贸n en su pierna, pero fallando torpemente.
Daniel ri贸 entre dientes, con los ojos iluminados de diversi贸n. "Mira, d茅jame ense帽arte", ofreci贸, acerc谩ndose. Le demostr贸 el movimiento, balanceando f谩cilmente el bal贸n sobre su rodilla antes de pas谩rselo con suavidad. Ella lo intent贸 de nuevo, esta vez con la gu铆a de Daniel y logr贸 un par de rebotes. "隆Ya est谩, lo est谩s consiguiendo!", la anim贸, mientras sus risas se mezclaban con el sonido de las olas.